6.5 Inicio de la prolongación revolucionaria de la vida.
El gran físico por antonomasia de fines del siglo pasado y de este es Stephen Hawking, físico inglés de la Universidad de Cambridge, nació el 8 de enero de 1942 justo el día en que se celebraba el tricentenario de la muerte de uno de los más grandes físicos de todos los tiempos del gran maestro de los maestros Galileo Galilei. Stephen pasó a honrar la cátedra de Newton en la Universidad, es también discípulo de la filosofía de Bertrand Russell como lo son casi todos los integrantes de nuestra organización. Cuando era muy joven, a los pocos años de comenzar a ejercer su cátedra, le sobrevino una terrible enfermedad que lo confinó a vivir en una silla de ruedas y además poco tiempo después esta terrible enfermedad lo privó de la capacidad de hablar. Según las estadísticas sobre estos mismos casos de enfermedad, las probabilidades le indicaban que tenía una muerte programada, que cuidándose mucho, la vida le alcanzaría para un máximo de dos años de declarada su enfermedad. Stephen es como todo discípulo de Bertrand optimista desde las uñas, hasta la profundidad misteriosa de su cerebro. Él no se dejó llevar por estos pronósticos y hizo su vida normal. Felizmente todos los vaticinios fallaron, con respecto a los nefastos augurios dados para él a causa de su malestar. Él siguió ejerciendo sus altas responsabilidades en la Universidad inglesa de Cambridge. Desgraciadamente debía permanecer haciendo clases o dando conferencias siempre en su silla de ruedas, a la que le fue adosado un computador. Este mecanismo mediante el computador le permitía contestar a las preguntas con el movimiento de sus dedos, ya que tenía perdida el habla. Lo fantástico fue que la tremenda agilidad mental del físico, no le permitió a esta terrible enfermedad que le tocase ni una neurona de su cerebro. Fue batiendo todos los récordes en vitalidad y agilidad. Con su silla de ruedas y sus escasos 48 kilogramos de peso, él se ha paseado dando conferencias por casi todos los lugares importantes de la Tierra. No pudiendo mover sus dedos para manejar el computador, a partir de septiembre del año 2005, comenzó a dar sus respuestas mediante el computador haciendo señales realizadas por su aparato visual que el computador traducía en palabras y agradeció a los programadores ya que con este nuevo método contestaba con mayor rapidez que con los dedos. A pesar de esta nueva gravedad adquirida de no poder mover los dedos, Stephen se sintió feliz con el cambio, o mejor dicho de poderse comunicar con mayor rapidez y estar vivo gracias a los adelantos de la ciencia. Dos de sus obras: “Historia del Tiempo” y “El Universo en una Cáscara de Nuez”, obtuvieron un éxito asombroso. Su desafío a la muerte y al pesimismo mantenidos durante casi toda su vida son algunas de sus cosas, nunca vistas en la vida de otra persona. Desgraciadamente no hay premio Nobel para este tipo de hazañas, porque de seguro no tendría competidor en todo el mundo. Si extendieran los premios Nobel a esta área, de los luchadores contra la muerte, de seguro que él sería el primero en recibir este merecido galardón. Toda su vida ha sido de un ejemplar comportamiento y se ha mantenido luchando exitosamente por su existencia. Esta lucha por la vida se ha visto adornada con muchísimas experiencias interesantes. Les cuento solo una. Un par de días antes de cumplir sus sesenta años de vida tuvo un accidente, se fue con su coche contra una muralla y resultó con una pierna fracturada. A llegar al hospital pidió que por favor no hagan de este asunto un escándalo. Argumentó a los médicos que debía ir a una fiesta muy importante un par de días después. Los médicos plantearon que había que operar y por los efectos prolongados de la anestesia esto no le permitiría ir a la fiesta. Entonces les dijo, me operan sin anestesia para así poder concurrir a la fiesta. Efectivamente así se tuvo que hacer, operar sin anestesia. El 8 de enero del 2002, en la celebración que le hacían cuatrocientos físicos venidos de muchos lugares del mundo les dijo: “pelee con una muralla y ella cree que me ganó”. Él nos hizo pensar, ya en ese entonces, cuando empezó a derrotar la muerte que la prolongación indefinida de la vida vendría sin falta.
En la tercera década de este siglo cada mes aparecían interesantes novedades dando a conocer fabulosos adelantos en la medicina. Aún así era muy difícil, para la mayor parte de la gente, comprender que la preciada vida física de cada persona no debía terminar obligatoriamente con la muerte por vejez. Se sostenía que la vida era indefinida en el tiempo o eterna solo para el alma. Desde hacía miles de años, durante todas las generaciones pasadas, se sostuvo la existencia de esta sola posibilidad de tener un alma eterna. Como se enfrentaban con la realidad objetiva de la muerte del cuerpo físico, la intuición les hacía suponer que su espíritu perduraba eternamente.
Para que ustedes, que ahora gozan de la inmortalidad, comprendan mejor el porqué era tan difícil, que en los tiempos pasados, los seres humanos pensaran en esta posibilidad de llegar a vivir un tiempo indefinido, les contaré cuanto tiempo existieron y vivían los otros seres vivos con los que cohabitábamos en la Tierra y que además muchos de ellos eran parte de nuestro propio hábitat y nos rodeaban permanentemente. Por supuesto que este tema de la inmortalidad es un delicado asunto ya que tiene un interesante contenido que nos atañe personalmente a todos y que tiene que ver con nuestra propia existencia. Haré a continuación una especie de pequeña historia comparativa sobre la cantidad promedio de años de vida de algunos animales más conocidos y también les mencionaré los árboles con más longevidad. Por supuesto que este tema es uno de los asuntos muy atrayentes, por esto les narraré a continuación ciertas cosas en forma más detallada que lo habitual.
Durante las primeras décadas de este siglo, en los seres vivos de la Tierra el promedio de vida de cada especie de las conocidas oscilaba entre 17 días y 6000 años. De los 17 días de la mosca a los 6000 años del árbol conocido como la secuoya gigante. Entre estos límites se encontraban: el hombre con un promedio de vida de unos 80 años; los elefantes con alrededor de 100 años; la tortuga con casi 150 años; los olivos con 1000 años; las araucarias chilenas con algo más de 1000 años; los cipreses con 3000 años; las secuoyas gigantes con 6000 años. Estos enormes ejemplares de secuoyas tienen más de ocho metros de diámetro y pasan los cien metros de altura, quizás su vida se ve troncada no por vejez sino por las condiciones del medio que le rodea, relámpagos, tempestades, etcétera. Para el caso del hombre se demostró que estos promedios de vida, no eran tan fijos, no permanecían estáticos. Pasaron a considerarse que dependían solamente del momento histórico de paz o guerra que se vivía y sobre todo este promedio dependía de los avances de la tecnología y la ciencia que tenían en cada país.
A pesar de todas estas evidencias y las que les contaré a continuación, la mayor parte de la gente creía que la muerte por vejez es algo natural e inevitable. Miraban como envejecían y morían los animales y pensaban en que estas aparentes fatales “evidencias” eran una ley natural no modificable por el hombre. Los que creían en una evolución inmodificable por el ser humano, sostenían que eran cosas que venían anexas y sucedían naturalmente, como debía ser, de acuerdo a la inexorable y respetable evolución. Nosotros sosteníamos que el ejemplo comparativo observando la muerte por vejez inevitable de los animales era falso extrapolarlo y aplicarlo a nosotros. Sosteníamos que las ciencias biológicas habían hecho aumentar la vida en un alto porcentaje a las moscas de los laboratorios y también a otros animales cambiándoles su hábitat o incluso modificando o mejor dicho limpiando de enfermedades hereditarias su genética. Nosotros teníamos una cosa muy objetiva a nuestro favor, los animales no pueden modificar por si solos su esperanza de vida, nosotros la modificamos a tal extremo que en los cien años del siglo pasado la subimos en el cien por cien en todos los países desarrollados. Nosotros somos los seres racionales omnipotentes que tenemos capacidad para cambiar estas aparentes leyes naturales inviolables. De todas formas, por estos hechos objetivos, las discusiones se ganaban a favor de nuestra filosofía positivista. El continuo crecimiento de la esperanza de vida en toda la Tierra, era algo concreto obvio e indiscutible. Un buen ejemplo lo constituía España. En España en el año 1900 la esperanza de vida era de 35 años, cien años después, en el año 1999, los 35 pasaron a ser casi 80. La esperanza de vida, en esta parte de la península europea, era de 82.5 para la mujer y 75.3 para el hombre. El crecimiento de la esperanza de vida fue pues de un orden muy elevado más que se duplicó fue 2,37 veces superior al de cien años antes, a pesar de tener que soportar de por medio una horrenda y sangrienta guerra civil. Yo argumenté en ese entonces, año 2005, para convencer a algunos incrédulos, que si aplicamos este tipo de criterio y a este ritmo en otros cien años más la esperanza de vida sería mucho mejor ya que epidemias y guerras están más controladas por la ONU. El sencillo cálculo para la mujer va así: la esperanza del año 2000 que era(82.5) por el coeficiente anterior(2.37) que podrá subir pero no bajar, y entonces tendremos que, la esperanza de vida para la mujer, en cien años más o sea en el 2100 sería también usando este mismo criterio de 82.5x2.37=194 años. Mediante otra observación de la tabla de estadística nos indicaba algo objetivo y muy concreto y era que, alrededor del año dos mil, comparado con el año 1900 había ya un espectacular crecimiento. ¡El crecimiento de la esperanza de vida era superior a los 50 años en un lapso de tiempo de 100 años, es decir, cada dos años había un año más de esperanza de vida! Todo esto no era casual sino producto del avance científico - tecnológico. Consecuencia de esto era que había; nuevas condiciones de vida y sobre todo de la salubridad: mejor alimentación; mejor sistema sanitario; con medicina curativa y preventiva al alcance de un mayor número de personas; con mejores instrumentos y medicamentos. Tomando en cuenta a toda la población de la Tierra este crecimiento de la esperanza de vida desde el 1900 no fue siempre uniforme. De por medio existieron dos períodos de guerras mundiales y una revolución civil en España con estancamiento e incluso retroceso de la esperanza de vida durante esos nefastos períodos, mientras se estaba en guerra. El crecimiento del promedio de vida desde 1980 al año 2000 fue muy vertiginoso hubo una gran aceleración producto naturalmente de los avances científicos. Esto indujo a pensar en que si aumentaba esta aceleración de los avances científicos la esperanza de vida crecería ilimitadamente. Les contaré que la nueva revolución científico-tecnológica, que comenzó el año 2019 fue tan espectacular que acortó los plazos para llegar a que se cumpliese con este objetivo, de la prolongación indefinida de la vida, en plazo históricamente muy corto.
Que la esperanza de vida crecería ilimitadamente lo confirmaba, una gran cantidad de variados ejemplos. Las encuestas estadísticas hechas para probar la esperanza de vida realizada para las diferentes edades de las personas nos entregaron grandes sorpresas. En la década del 80 del siglo XX se logró probar estadísticamente que los niños entre 12 y 18 años tenían prácticamente defensas para los virus y bacterias que permitían afirmar que su esperanza de vida, de no mediar la perdida de defensas en sus años de vida posteriores, era de más de 2800 años. Un artículo de un conocido periodista, Jonathan Weiner, premio Pulitzer publicado el 16 de Agosto del año 2000 en un diario español “El País”, afirmaba: “si en la tercera edad muriéramos con la misma proporción de lo que lo hacemos los seres humanos entre los 10 y los 15 años, la mayoría de nosotros podría vivir 1200 años”. En otra parte afirma “fue posible ahora último, año dos mil, hacer que una mosca mutante de la fruta alargue su vida en un tercio, si este tercio lo aplicamos a nosotros entonces tendríamos hoy, año dos mil, una esperanza de vida de 125 años”. De acuerdo con el Instituto de Tecnología de California, en el año 2000, el laboratorio de Seymour Benzer había realmente hecho el primer mapa detallado del interior de un gen llamado gen del reloj. Lo más importante fue su búsqueda del reloj de relojes que nos debe decir en que momento estamos del período que va del nacimiento hasta la muerte y es lo que indicaría a que velocidad envejecemos. Él le llamó gen de Matusalén al que causó el alargamiento de la vida de las moscas de la fruta.
Un investigador, por estos mismos años, especializado en hacer virtual la evolución mediante la informática, colocó en un programa especial en el computador, a distintas especies de seres vivos con dos opciones: la primera, o sea la opción de partida consistía en suponer que tenían todas las especies la vida ilimitada con todas las defensas a virus y bacterias y además sus órganos se mantenían sin envejecer; la segunda opción colocada en el programa del computador era la conocida de todo el mundo de ese entonces, con la llamada muerte por vejez. Todo fue incorporado en un programa del computador que simulaba la evolución de las especies. La gran sorpresa fue que sobrevivían mejor, al medio ambiente cambiante de la naturaleza, las especies que tenían una vida limitada. Esto originaba que entonces había muchas más generaciones nuevas. En el experimento virtual, algunas de las nuevas generaciones de seres de vida limitada sobrevivían. Sobrevivían las que se adaptaban mucho mejor al nuevo medio ambiente tan cambiante de nuestro planeta. Los seres inmortales no tenían esta opción de poder cambiar sus generaciones con tanta rapidez y facilidad. Ellos eran inmortales pero en el medio ambiente primitivo, sin mayores cambios climáticos y no eran por supuesto seres racionales, etcétera.
Con esta última conclusión podemos suponer que seguramente la propia evolución destruyó a los seres vivos irracionales y que eran inmortales, no tenían genéticamente la muerte por vejez pero sí podían morir por los medios cambiantes de la Tierra. Los períodos glaciales los cambios de lugares fértiles en desiertos etcétera. Les llegaba la muerte accidental cada vez que estos pretendían sobrevivir en el medio tan relativamente variable de la superficie de Tierra. Los seres vivos inmortales no son pues una utopía, casi de seguro que han existido muchas veces en el transcurrir de los millones de años de la evolución de las especies. Si actualmente no existen los seres vivos irracionales inmortales es solo como consecuencia del poder destructivo de estas especies en el transcurrir milenario del proceso evolutivo. En el caso del hombre que es el terminal de la evolución este peligro desaparece. Ya controlamos y le damos orientación a la mayor parte de las leyes de la naturaleza. Con nuestra Razón-omnipotente somos capaces en el futuro de controlar y dirigir todas las leyes conocidas de la naturaleza y entre ellas por supuesto las del medio ambiente.
Razonando hemos hecho desaparecer los peligros, para lograr la inmortalidad, originados por el cambio del medio ambiente, las herencias genéticas, etcétera. Hay en estos cálculos evolutivos, mediante el computador, un factor importante no tomado en cuenta, que son las facultades omnipotentes del Homo-sapiens o sea el todopoderoso ser racional. No podemos entrar ahora, que tenemos Razón-omnipotente, en un programa junto con los animales irracionales. Las especies analizadas tienen una ignorancia absoluta de los cambios ambientales del futuro consistente en que desconocen como permutará la naturaleza sus condiciones actuales. Los animales no tienen Razón-omnipotente o sea no saben pronosticar el futuro. Descontando en el programa del computador este factor del ser humano de tener conocimiento anticipado sobre el futuro, todos estos cálculos anteriores sé trastrocan totalmente.
Evidentemente que el mismo programa del computador, sobre la evolución de las especies, ahora ampliado da una nueva forma a la antigua ciega evolución. Ahora en el nuevo programa nosotros como las especies pensantes y con inmortalidad superamos ampliamente a las especies mortales. Nosotros podemos predecir el futuro y tomar las medidas para huir de las zonas peligrosas o protegernos de la hecatombe de los corrimientos o deslizamientos de los hielos glaciares, etcétera. Incluso podemos evadirnos de lo que sea que se acerca a la Tierra haciendo peligrar nuestras vidas. Más de una vez algún meteorito terminó con el desarrollo normal de la ciega evolución, incluso por esta razón hace algo más de cincuenta millones de años desaparecieron hasta los poderosos dinosaurios. Hoy dominamos los espacios siderales del Sistema Solar y nos permitimos domesticar el recorrido de estos cuerpos celestes. Este y muchos otros tipos de amenazas han desaparecido totalmente.
Había como una especie de inercia en la dirección de los pensamientos relacionados con la duración de la vida, todo originado por ver la muerte en los animales y en nosotros como algo muy natural. Esta inercia en la dirección de los pensamientos hacía aparecer como muy poco serios a todos los argumentos que afirmaran que la vida puede llegar a ser ilimitada en el tiempo. Alcanzada la meta propuesta de obtener la vida eterna, los argumentos que se daban a favor de la prolongación indefinida de la vida se comprenden ahora con mucha facilidad y tienen una validez de verdades absolutamente científicas.
Las células diferenciadas de nuestros diferentes órganos tienen un envejecimiento paulatino, porque a medida que van reproduciéndose y después de unas doscientas veces de volverse a copiar sufren una especie de cansancio que les conduce a la muerte. A medida que se van haciendo estas reproducciones, las nuevas generaciones de células, van perdiendo algunas de las cualidades de las primeras generaciones y entre otras cosas van quedando paulatinamente casi indefensas para repeler los ataques continuos de los virus y bacterias.
Si mantenemos los órganos como en plena juventud nuestras defensas son absolutamente eficaces para defenderse de los contagios e infecciones originados por estos microorganismos. El cambio de los órganos viejos por los nuevos, se considera ahora tan natural como lo era antes cambiarse un diente gastado por otro nuevo de laboratorio. Nos podemos cambiar todos los órganos gastados por otros nuevos clonados o sea formados con nuestras mismas células. Nos cambiamos al estar gastados por haber cumplido sus células el ciclo máximo posible de reproducciones entre ellos, el corazón, los ojos, los riñones, el hígado, etcétera. Este es un asunto hoy tan común que nos parece difícil pensar que cuando partió, en los albores de este siglo, encontrara tanta resistencia en personas que falsamente se decían progresistas.
El gobierno inglés y el de los EEUU fueron, en los albores o comienzos de este siglo, los vanguardistas de la moderna medicina. Ambos presidentes Blair y Clinton dieron a los investigadores científicos la autorización de poder experimentar con células embrionarias con fines terapéuticos. Esta nueva medicina fue la que permitió por ejemplo el inicio del uso de órganos clones en el hombre, como fue el caso de la creación del primer clon-vejiga obtenido para salvar la vida de un niño. Exitoso trasplante realizado en el mes de agosto del año 2000.
Este gran acontecimiento dio la partida a la nueva era de los clon-vejiga. Décadas más tarde cada persona tenía derecho a pedir que les hagan, sus propios órganos clones de reposición si el médico de cabecera así lo determinaba. También se pueden mantener ahora, nuestros órganos clones, en algún banco de órganos y estos forman parte de nuestros sagrados bienes privados y muy personales.
El objetivo de tener órganos-clon en un banco de órganos, era y es para reponer alguna parte de nuestro cuerpo deteriorado por alguna enfermedad o accidente. En la mayoría de los casos se hace la reposición del órgano-clon originada por el deterioro que causa la enfermedad de la vejez en el conjunto de nuestras piezas vitales. Los órganos son segmentos vitales formados cada uno por células diferenciadas, nuestro cuerpo esta formado por un conjunto de alrededor de 220 tipos distintos de células diferenciadas. Estas constituyen nuestros órganos vale decir: riñones, corazón, hígado, ojos, lengua, etcétera. Felizmente todas nuestras piezas vitales no envejecen el mismo día y esto nos da tiempo para irlas reponiendo paulatinamente. Cuando se trata no de vejez sino de una enfermedad irreparable aún usando los clásicos medicamentos químicos, o sea cuando no hay forma de curarlos con la química, entonces se recurre al laboratorio a que nos fabrique un órgano-clon.
Al año siguiente de aparecer nuestra organización Científicos-defensores-de-la-paz, o sea en el año 2021, creamos nuestro propio banco para células madres y órganos-clones. El banco almacenaba una porción de células madres de cada uno de los integrantes de nuestro grupo Científicos-defensores-de-la-paz y de algunos de nosotros almacenaba también hasta órganos-clon completos. Desde el año 2021 todos los Científicos-defensores-de-la-paz tenemos una buena porción de nuestras células madres en este banco listas para auxiliarnos, para el caso de necesitarlas ya sea para cubrir un órgano accidentado o bien para fabricar un órgano nuevo y reponerlo. Ahora cuando, nuestro médico de cabecera, descubre por ejemplo que nuestros riñones comienzan a decaer por vejez, nos manda al especialista y ordena al laboratorio fabricar los dos riñones. Nos dan cita al hospital y un robot quirúrgico especialista en riñones, nos repone los dos riñones enfermos trasplantándonos un par de nuestros riñones-clon nuevos rejuvenecidos. Todo esto bajo la vigilancia de varios especialistas y entre ellos al cuidado del par de médicos de cabecera y los técnicos asistentes del robot. Estos nuevos órganos-clon no llevan los problemas de ser órganos de donantes, no son un transplante de los de otra persona. Tienen la información genética de nuestras mismas células y lo más importante es que son absolutamente jóvenes y son totalmente nuestros. Nuestros órganos-clon por proceder de células madres inmortales o sea que se pueden reproducir indefinidamente, son absolutamente jóvenes al momento del transplante. Durarán de nuevo en buen estado como células diferenciadas más de noventa años. Aparte de los riñones hoy se puede hacer esto mismo con otras doscientos diecinueve de nuestras piezas vitales. Hoy hay más de trescientos tipos diferentes de robots quirúrgicos especializados en todas las variedades de enfermedades operables. Entre estos trescientos están incluidos los doscientos veinte tipos diferentes especializados para transplantarnos los nuevos órganos rejuvenecidos y fabricados en el laboratorio mediante el cultivo de nuestras células madres. Por supuesto que se han fabricado por miles las copias correspondientes de estos robots quirúrgicos.
El robot quirúrgico no solamente sirve para transplantar los nuevos órganos-clon sino que por ejemplo el robot quirúrgico puede operar a corazón cerrado introduciendo, en el tórax por orificios medidos en milímetros, cuatro finos brazos. Un médico especialista altamente clasificado generalmente los puede ayudar a dirigir, cuando la operación es demasiado delicada. En la mayoría de los casos el robot trabaja absolutamente solo, lleva impreso poderosos programas que aplica con un cuidado extremo, por ejemplo el suturar una de las prótesis arteriales y las otras del interior las realizan a la perfección, tienen una precisión exquisita cuando trabajan. Tanto los transplantes de órganos clon como las otras operaciones la puede dirigir un especialista ubicado en cualquier otro extremo de la Tierra. Esta telerrobótica que nació con una operación trasatlántica a comienzos del milenio, y se desarrolló rápidamente en esos años con el robot Da Vinci, se practica en forma masiva desde el año 2025 en todos los hospitales de la Tierra y del Cosmos.
Lo ideal es por supuesto el uso de las propias células madres del paciente ya que sacando algunas de la columna vertebral y cultivándolas se obtienen por millones las inmortales nuevas células madres en el laboratorio. Sirven para reponer parte de órganos dañados o para fabricar enteramente un órgano clon Esto llevó, a los especialistas de la medicina, a imponer como práctica rutinaria, desde al año dos mil treinta, el que apenas tengamos un órgano desgastado por vejez u otra causa, lo debemos reponer enteramente utilizando un nuevo y joven órgano clon hecho con nuestras propias e inmortales células madres. El nuevo órgano, no es inmortal como las células madres pero dura, para las personas aún sometidas a la gravedad terrestre, a lo menos otros casi cien años.
La libertad incluye, entre otras cosas, el derecho a la vida. Este derecho impide que alguien ajeno a nosotros pueda determinar la duración de nuestra existencia. Este es un nuevo derecho humano, consistente en hacer respetar nuestra vida. La vida es un bien personal y es algo absolutamente tabú o intocable. En el siglo pasado los dictadores se ufanaban diciendo que eliminaran a sus adversarios. A comienzos de este siglo había países donde se autorizaba para que los jueces tuviesen el poder para dar término a una vida humana. La vida es trascendente y sagrada. Nadie tiene derecho a determinar la duración de nuestra vida. El caso de que si alguien, pierde el sano juicio, y quiere quitarse la vida, entonces los médicos o la policía deben intervenir para evitar que se suicide. La vida se estima mucho, ella lo es todo, el porcentaje de personas que desean suicidarse es tan insignificante que hoy este drama no es un grave problema. La falta de enfermedades y el ser consciente de que podemos vivir indefinidamente hace caer en el ridículo cualquier argumento relacionado con querer quitarse la inmortal, virtuosa y sagrada vida.
martes, 30 de noviembre de 2010
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