domingo, 28 de noviembre de 2010

3.4 El Homo-sapiens con la nueva Razón-omnipotente.

3.4 El Homo-sapiens con la nueva Razón-omnipotente.

Se realiza la unión del hombre con las bi-anuales nuevas generaciones de microprocesadores, por esta simbiosis nace la Razón-omnipotente. Con esta nueva Razón-omnipotente la inteligencia del Homo-sapiens se hace ilimitada. ¡Revolución de revoluciones para todo el universo!

La Razón-omnipotente es entonces la simbiosis de la razón del hombre con los computadores y otros elementos que usan los microprocesadores, o mejor dicho con las nuevas bianuales generaciones de microprocesadores. Esta es la causa de que la nueva generación de inteligencia del Homo-sapiens o su Razón-omnipotente va creciendo también cada dos años o sea continuamente y por lo tanto tiende a hacerse ilimitada para el futuro.

Haciendo uso de esta potente inteligencia se pudo construir la Transformadora de las propiedades físicas de los elementos o Transformadoras-pfe que fue el suceso científico técnico más grande de la segunda década del nuevo milenio. Esta máquina maravillosa fue de un nivel incluso superior al otro hecho también muy importante y que ayudó a ir cambiando radicalmente la historia de toda la humanidad que consistió en la aparición, en el siglo pasado, de los microprocesadores.

Antes de la aparición de los microprocesadores, el hombre había producido máquinas solamente para que le ayuden a reemplazar su fuerza bruta personal por otras fuerzas más poderosas, mediante el vapor del agua o haciendo uso de la electricidad. Con los microprocesadores se pudo ayudar a todas las maravillosas funciones del razonamiento, se logró también multiplicar la velocidad de las importantes funciones intelectuales del ser humano.

En todo el enorme universo conocido las funciones cerebrales del hombre son únicas. Hacer ingenios que ayuden a nuestras ya fabulosas funciones cerebrales era un enorme auto desafío. Poder ayudar, por medio de máquinas electrónicas, a estas funciones intelectuales del hombre fue todo un nuevo y maravilloso salto adelante para nuestro cerebro. Treinta años antes de terminar el milenio pasado comenzó esta insólita e ilimitada revolución. Le dio comienzo la asombrosa y extraordinaria simbiosis efectuada entre el hombre y el mundo inorgánico de los microprocesadores. Con la aparición de los microprocesadores, desde la década del 70 del siglo pasado, se comenzó lentamente a producir una asociación entre el hombre y las máquinas que podían realizar algunas de sus funciones cerebrales. Con los microprocesadores o chip se construyeron los primeros calculadores o computadores de bolsillo. Se produjo esta especie de simbiosis, desde el momento en que aparecieron los pequeños computadores o calculadores de bolsillo, no se separaron jamás del hombre de ciencias y después del resto de los hombres de todo el planeta. Los componentes principales de estos computadores son los microprocesadores. El hombre a los minúsculos microprocesadores aproximadamente cada dos años les fue haciendo una nueva generación. Esta nueva generación involucra producir uno nuevo en el que se duplican, tanto el número de sus transistores que lo componen como el aumento de su velocidad y el aumento también de sus funciones que es capaz de realizar. El nuevo computador que hace uso de esta reciente generación de microprocesadores toma todas sus flamantes propiedades y pasa a ser una herramienta mejorada que nos ayuda a pensar mucho mejor. Con cada nueva generación hay todo un mejoramiento sustancial de los computadores y de los otros instrumentos que hacen uso de los últimos microprocesadores. Los computadores u ordenadores son pues herramientas destinadas a ayudarnos en las funciones propias de nuestro cerebro. El hacer electrónicamente los odiosos cálculos de multiplicar o dividir mediante el calculador de bolsillo es un claro ejemplo de esta ayuda. El que el ordenador tenga gigantescas memorias donde se depositen las cosas que necesitamos usar es otro ejemplo de la ayuda que prestan los computadores. Con nuestro grupo de investigadores nos manteníamos siempre usando los mejores y modernos ordenadores, o sea, los de la última generación. Solo con el objeto de hacer una comparación entre tres fechas algo distanciadas les indicaré algunas importantes diferencias, entre los microprocesadores del año 2002 con los del año 2006 con los del año 2009 y por supuesto no hay forma de compararlos con los fabulosos del año 2019. En el año 2019, por ejemplo, teníamos un supercomputador que usaba microprocesadores con una cantidad de transistores y velocidad muchísimas veces superior a los existentes en el año 2002. Las cosas marcharon así, los microprocesadores que se usaban en el año 2002 eran los recién aparecidos Pentium 4, dotados de 42 millones de transistores y dos gigahertzios de velocidad. Un par de años después mis computadores personales tenían transistores no de 2 sino de 4 gigahertzios de velocidad. Gordon Moore demostró en el año 1971 que era posible después de dos años hacer una nueva generación de microprocesadores, a esto se le llamó después la Ley de Moore. Ya en el año 2006 la empresa Intel, rompió y superó, la ley de Moore, que venía del año 1971, y entregó al comercio los proyectos futuristas para la pronta puesta en marcha de microprocesadores con mil millones de transistores, y además que podrían funcionar con una velocidad de 20 gigahertzios. El año 2019 fue para nuestro grupo un año muy especial y que tiene por lo tanto su historia. Tres años después del 2006, en el año 2009, ya los microprocesadores comercializados subieron en la cantidad de sus transistores a varias veces superior a los 42 millones y la velocidad de 2 gigahertzios que tenían los Pentium 4 del año 2000, y la velocidad subió de 20 a más 80 gigahertzios. La comparación con lo que sucedió diez años después fue explosiva e incomparable. Todo este aumento se produce tomando en cuenta el desarrollo de esta tecnología entre los años 2000 al 2019, es decir en solo diecinueve años. Históricamente estos diecinueve años son un lapso muy pequeño. Sin embargo ya en ese año 2019 la ciencia no se podía comparar con la del año 2000, el ser humano comenzaba a hacer una simbiosis muy profunda con los avances vertiginosos de la microelectrónica. Nosotros, por otro lado, teníamos la seguridad que, entre el avance vertiginoso de la microelectrónica con sus robots superinteligentes y la existencia del Homo-sapiens no existían discrepancias negativas para el ser humano sino solo ventajas.

En toda la historia del desarrollo del genero humano encontramos que el hombre ha vivido en asociación o simbiosis con sus animales domésticos y con otros elementos de la naturaleza. Esto además se produce naturalmente no solo entre el hombre y lo animales sino de muy variadas formas. Entre un representante del reino animal como ser el colibrí o picaflor y las plantas hay una interesante y simpática simbiosis, el picaflor le quita polen a las flores pero a cambio le entrega como pago una excelente polinización a las plantas.

Con nuestro grupo escribimos y luego nos guiamos por una interesante hipótesis. Esta hipótesis es la presunción de que vamos comprobando que tenemos una potencia ilimitada haciendo uso de nuestra Razón-omnipotente, que resulta como producto de las ventajas originadas por la simbiosis positiva y dialéctica entre el Homo-sapiens y los microprocesadores. En parte esto es consecuencia del crecimiento permanente de la potencia de los microprocesadores con cada nueva generación. Las numerosas nuevas generaciones de los chips que se llevarán a cabo por ejemplo en un pequeño histórico tiempo de un siglo hacen tender al infinito la inteligencia humana.

Esta esperanzadora asociación fue lo que dio el nacimiento al nuevo Homo-sapiens con Razón-omnipotente. En resumen nuestra suposición al respecto se afirma en que los microprocesadores, que son el cerebro de los computadores, tienen un aumento bianual duplicativo del número de transistores, además duplicando este número de transistores se aumenta bianualmente tanto la velocidad como la potencia del nuevo microprocesador. Los microprocesadores, crecen sin cesar en sus cualidades y dejan como consecuencia, a raíz de la simbiosis de estos microprocesadores con el ser humano, el insólito hecho de hacer tender a infinita o ilimitada la inteligencia del hombre. Es fácilmente calculable que tendremos, en un corto proceso histórico, mediante esta simbiosis una enorme y asombrosa capacidad de inteligencia. Debo contarles al respecto que se hicieron últimamente unas interesantes pruebas de inteligencia y capacidad, de nosotros los cada vez más poderosos seres humanos. La inteligencia y la capacidad humana fueron medidas comparativamente en el censo del año 2060 resultando cientos de veces superior a la capacidad de inteligencia que teníamos nosotros usando los computadores del año 2006. Esta situación, del aumento de nuestra capacidad e inteligencia, es una situación revolucionaria y conlleva cambios dialécticos que se seguirán indudablemente llevando a cabo en un futuro con cada vez más crecientes y asombrosas perspectivas.

Al comparar el desarrollo de nuestra inteligencia desde el año 2019 al 2060 y cotejar también el avance de la ciencia y de la técnica en estos últimos cuarenta y un años, el balance nos muestra un perfeccionamiento en estas y otras áreas casi inimaginable en el siglo pasado. El poder y la capacidad personal que teníamos el año 2019 comparada con la tomada del censo del año 2060, indica que tenemos registrado en este tiempo un enorme progreso. Lo más trascendente es que todos los seres humanos ya sean los habitantes del planeta Tierra y los que vivimos en el cosmos ingrávido caminábamos hacia una misma meta común. Uno de cuyos objetivos era llegar a tener todos una igualdad mínima de educación. Esto fue posible cuando llegamos a tener un enorme desarrollo económico que permitió disponer de una ley de obligatoriedad educacional. Todos los seres humanos tienen la obligación de alcanzar el mínimo de doce años educacionales igualitarios en todos los puntos de la Tierra. En esto prestó también una valiosa ayuda el desarrollo de la informática.

Hay que reconocer que nos hemos hecho mucho más clarividentes con nuestras máquinas inteligentes, y por otro lado somos enormemente más poderosos ante la naturaleza. Por ejemplo nos comunicamos gratis visualmente con nuestros familiares en cualquier parte del planeta o del cosmos en que se encuentren. En todo momento, los computadores de los hospitales que velan por nuestra salud, ahora nos controlan a la distancia en más de cuarenta parámetros, temperatura, presión arterial, oxígeno de la sangre, etcétera. Por supuesto que dan la alarma y nos socorren de inmediato si se alteran peligrosamente algunos de estos cuarenta parámetros.

Nuestros maravillosos ayudantes son los robots y los computadores. El cerebro de nuestras máquinas ayudantes son los microprocesadores. Los microprocesadores por tener, entre otras cosas, millones de transistores y a raíz de la finura de la técnica empleada para hacerlos, más el tiempo de demora obligatorio empleado en probarlos, necesitan un tiempo de alrededor de dos años para cambiar de generación. No se podía, según la Ley de Moore, producir los microprocesadores con nuevas funciones o sea cambiar de generación en un tiempo más corto. Fue una gran hazaña llegar en muy corto tiempo, antes del año 2019, a tener microprocesadores con más de mil millones de transistores. Se rompió así positivamente la especie de ley práctica y técnica de Moore que afirmaba que como mínimo solo aproximadamente cada dos años era posible fabricar los microprocesadores de cada nueva generación. Se entendía la nueva generación con el doble de transistores y velocidad, y con el correspondiente aumento naturalmente de las funciones. Ahora en cuanto al número de los transistores su duplicación se convirtió en casi triplicación cada dos años. ¡Se pasó del Pentium 4 aparecido el 2000 con 42 millones de transistores solamente en menos de veinte años a los nuevos chips del año 2019, medidos en este tiempo en miles de millones de transistores!

Esta serie de aceleraciones, de los ritmos de crecimiento de los nuevos chips, siguieron repitiéndose para felicidad de todos nosotros los optimistas. Nosotros los positivistas veíamos en esta revolución imparable de los microprocesadores una esperanza de producir una gran revolución dialéctica.

Con el aumento de velocidad de estos nuevos avances científicos de la informática sumado a nuestro trabajo, por supuesto que se llegaron muy rápidamente a hacer triunfantes los primeros pasos de esta nueva revolución. Fue una maravillosa revolución científica cuyos resultados originaron la aparición de consecuencias muy positivas extraordinarias e inimaginables en todos los otros contornos de los seres humanos. Como corolarios de estos adelantos se originaron resultados muy positivos y que ocasionaron progresos más allá de lo predecible.

Les contaré a continuación algo del pasado que tiene relación con nuestra grandiosa condición de ser entes con razón o sea seres humanos. A finales del milenio pasado ya se había demostrado que genéticamente los Homo-sapiens somos todos iguales, sin embargo conscientes aún existían en algunas regiones del Asia y África, algunos pueblos culturalmente muy mal integrados que no conocían aún muchos de estos nuevos avances del mundo moderno. Por el año 1996 se contó, por medio de un film, la historia de Manuel un habitante africano que vivía en el interior de una tribu. Este africano como la mayor parte de sus compatriotas, tenía muy buen corazón y estaba siempre tremendamente dispuesto a ayudar a sus semejantes. Manual vio pasar un avión y luego caer del cielo una lata vacía. Le habían dicho sus compatriotas, que habían salido a recorrer otras partes del mundo, que estos semidioses bajaban de esas máquinas celestiales detrás de unos cerros lejanos. Tomó la lata y salió con ella disparado corriendo durante muchos días tratando de congratularse con aquellos seres. Llegó finalmente al aeropuerto, el jefe de este recinto tomó la lata vacía que le ofrecía el africano y le dio la importancia que correspondía al esfuerzo realizado por este hombre. Le agradeció y le dijo que obligaría a los funcionarios de ese avión y además pediría a los otros aviones a no echar a perder el medio ambiente lanzando estas latas vacías, en estas hermosas regiones africanas. Estos seres humanos que volaban en estas gigantescas máquinas no eran los sangrientos y crueles conquistadores de otros tiempos. Se sabía que la nueva cultura y la simbiosis que poseían estos hombres con la ciencia no los había hecho más malos, al contrario esta relación de hombre a máquina los había hecho más humanos. La mayor parte de ellos ayudaban de todo corazón a los seres menos informados. Tenían un comportamiento como el que tiene un buen profesor con un niño. En el año 2019, comparativamente con el año 2000, nosotros estábamos junto a un enorme grupo de seres humanos a una distancia parecida al africano con las personas del avión. En el 2019 se tenían poderosas herramientas de investigación, ellas no podrían haber sido comprendidas en el año 2000 por las personas sin una amplia cultura sobre el cosmos.

Esto de las nuevas herramientas entregadas por el desarrollo de la informática fue lo que ayudó a nuestro grupo, de los primeros catorce positivistas, a trabajar con renovadas esperanzas. Nosotros, los seres humanos del año 2061, aparecemos actualmente como producto de una maravillosa combinación, del Homo-sapiens y los chips. Nuestra parte inmensamente mayoritaria es por supuesto de Homo-sapiens y un tanto por ciento de nuestro intelecto lo tenemos ayudado por algunos productos fabricados expresamente para esta simbiosis. El cerebro de estos productos esta formado por los nuevos microprocesadores. Por ejemplo, entre muchos millones de otras personas, yo llevo uno de los chips bajo mi piel que me indica exactamente en que calle y en que ciudad estoy. Es decir, me ahorra muchísimo tiempo y además le indica a mi hospital cual es mi ubicación y como esta el estado de mi salud, etcétera. Esta positiva simbiosis es una consecuencia del resultado revolucionario de haber podido duplicar bianualmente la capacidad y velocidad de los poderosos microprocesadores. Los chips desde su nacimiento y hasta ahora han pasado por más de 40 veces sus ciclos de duplicación de capacidad, cada vez que esto sucedía se duplicaban a su vez tanto el número de los transistores como la velocidad del ordenador. Esto ha servido para que además nuestros amigos los robots sean ahora más numerosos que nosotros y estén más cerca, de nosotros los humanos, que las simples máquinas. No había porque temer de llegar a esto, muy por el contrario hoy somos mucho más libres poderosos y más felices que antes. En estos últimos cincuenta años nos hemos integrado con estos microprocesadores en un nuevo ser miles de veces más inteligente de lo que fuimos. Pero veamos paso a paso como comenzamos a trabajar para lograr este nuevo cambio profundamente dialéctico.

Queríamos ver realizados nuestros grandes sueños con estos super computadores haciendo maravillas en el camino de nuestra investigación. Aspirábamos penetrar a modificar la estabilidad eterna del movimiento de los electrones en torno al núcleo atómico. Pretendíamos tener el mismo átomo asimismo con estabilidad también eterna pero aumentando la velocidad de sus electrones y situándolos en órbitas más cercanas al núcleo, resultando un átomo estable pero cambiado en sus propiedades físicas. Necesitábamos para esto modificar las órbitas de cada uno de sus electrones orbitales. A estos electrones se debía aumentarles la velocidad y disminuirles el radio vector orbital, o sea darles una nueva curvatura en sus movimientos. Era una gigantesca tarea el propósito que nos habíamos propuesto de poder tener una máquina capaz de mover como nosotros deseábamos o sea a nuestra entera voluntad, los electrones en sus órbitas atómicas. Queríamos pues tener el dominio de hacer cambiar de lugar las órbitas y poder también cambiar la velocidad de los electrones orbitales. Haciendo un parangón esto era algo así como por ejemplo pretender que nuestra Tierra se mueva en la órbita de Venus y que nuestra velocidad de traslación aumente en la proporción para que allí quede tan estable como Venus. Por ejemplo si fuera posible frenar la velocidad de la Tierra entonces esta se acercaría automáticamente a una órbita más cercana al Sol y sabemos que paradójicamente aumentaría su velocidad orbital. Esto nos inspiró a pensar que lo podíamos hacer con los electrones de los átomos, entonces empezamos a elucubrar con los electrones del aluminio, teorizamos que al frenar su movimiento orbital se acercarían a una órbita más cercana al núcleo y se produciría la misma paradoja del aumento de su velocidad orbital por lo tanto esto haría que se adquiriesen otras propiedades totalmente nuevas para este átomo, empezando por tener ahora un menor volumen. Todo esto había que hacerlo con una máquina muy especializada y controlada por un sistema automatizado.

Queríamos acercarnos a nuestra meta de conseguir la máquina de las máquinas, esta capaz de cambiar revolucionariamente las propiedades de nuestros elementos, entre ellos soñábamos con empezar dominando científicamente el misterioso endurecimiento del carbono cuando se transforma en diamante. Para estos propósitos necesitábamos también que nuestros auxiliares los robots fuesen más y más inteligentes

A comienzos del milenio, en la primera década después del año 2000, a causa de los arrolladores avances tecnológicos derivados de la nueva revolución de los chips y la informática se produjeron consecuencias notables en todos los ámbitos del hombre. En general la teoría del conocimiento o gnoseología y en particular la epistemología, o filosofía de las ciencias, entraban en una aguda crisis. De esto, por supuesto, no se escaparon las ciencias físicas. Por ejemplo la Teoría de la Relatividad de Einstein cayó en desuso por no poder explicar satisfactoriamente, a lo menos tres cuestiones muy importantes. Entre otras cosas no se pudo explicar por esta teoría: el famoso y sencillo “Experimento del Té, las hojas del té son más densas que el agua y se van al fondo de una taza, sin embargo al revolverlo no se van estas hojas a la periferia sino al centro”; la superación en 300 veces de la velocidad de la luz obtenida en un laboratorio en EEUU el año 2000, y la doble anomalía de tener que usar dos físicas una para lo así llamado grande y otra física para lo supuestamente llamado pequeño. La física para lo pequeño tenía otros principios y un nombre especial. Estaba circunscrita a ser usada solamente, cuando se tenía que trabajar con las micropartículas. Aquí, en el mundo de las micropartículas se debía usar solo la “Teoría de la Mecánica Cuántica”, de Luis De Broglie. ¿Es posible aceptar que el hombre esté precisamente cerca del límite entre dos mundos infinitos - el grande astronómico y el pequeño atómico- y con dos físicas diferentes? ¿Es concebible una casualidad tan enorme, de estar nosotros en el límite de ambos?.Si es que existieran estos dos universos con algunas leyes físicas tan incomparables amen de otras diferencias estructurales, podríamos suponer que no hay solo dos universos con leyes diferentes sino que hay otra cantidad de universos y todos con sus propias leyes ¡Esto sería entonces el desorden completo de las leyes y la negación de lo que llamamos ciencia! ¡Rotundamente afirmamos que esto no es compatible con los principios de cualquier ciencia, la probabilidad de una casualidad, de estar nosotros en este límite de dos universos, es nula e inaceptable! Los que aceptan el criterio de los muchos mundos cada uno con distintas leyes están como destruyendo los principios más elementales de la ciencia. Lo grande y lo pequeño es un concepto comparativo solamente con relación al tamaño del ser humano. Esto de la existencia real de dos universos y nosotros en su límite era de una probabilidad demasiado baja y por lo tanto despreciable científicamente. Esta afirmación tenía su parecido a la antigua suposición de que la Tierra era el centro del universo, y que además la Tierra no tenía ningún tipo de movimiento.

Entonces pues se afirmaba, desde hacía ya muchos siglos, que la Tierra estaba inmóvil y en el centro del universo. Todo el resto del universo se aceptaba que se movía incesantemente. Algunos físicos y filósofos afirmaron que esta probabilidad de inmovilidad excepcional de la Tierra, era absolutamente nula. Y se preguntaban. ¿Porqué precisamente nosotros vivimos en este centro, de un universo de límites desconocidos, y por otro lado además con todos los otros cuerpos celestes moviéndose menos nuestra Tierra?

Durante muchos siglos se atropelló a la razón, ella pone todo en duda hasta que la suposición no se prueba experimentalmente. En estos fatídicos siglos en casi todo el mundo se impusieron dictaduras con gobernantes semi analfabetos, que lo que decían estos “superiores” no se podía poner en duda, había que aceptar solo por esto una serie de suposiciones, entre ellas de que la Tierra era el centro del universo y que además no se movía.

Por este simple motivo, mucha gente fue condenada a ser quemada viva en las plazas públicas. Los fanáticos, ultimaron a muchos eminentes filósofos y científicos que no aceptaron por supuesto estas erróneas suposiciones. Entre los casos más notables, de las personas falsamente condenadas, esta el de haber quemado vivo en Francia al eminente y excelente profesor de la Universidad de la Sorbona Giordano Bruno y en Italia el de determinar dejar preso de por vida a Galileo Galilei. Galileo era reconocido internacionalmente como filósofo y además como el padre de la física moderna. Posteriormente al alevoso crimen llevado a cabo contra Giordano Bruno y Galileo se empezó a imponer, aunque lentamente, la cordura y se extendió la comunicación entre la comunidad internacional de los científicos. Se desarrollaron las ciencias en Europa y en especial las matemáticas y la física. Las ideas de Descartes y en especial su “Discurso del Método” hizo un serio impacto como método para buscar la verdad. Einstein, apoyado por un poderoso grupo de sus compatriotas judíos, formuló en el año 1905 una teoría física llamada la Teoría de la Relatividad. Luis de Broglie estableció que había necesidad de adoptar nuevos principios o sea una física especial para estudiar las partículas pequeñas como los electrones y los fotones de la luz. Estableció los fundamentos de Mecánica cuántica. Los principios anteriores de la física tradicional solo servían para los cuerpos grandes. Entramos en una crisis en la física no podíamos tener principios para lo mediano y grande y otros principios cuánticos para lo así llamado pequeño.

A propósito de esto de las dos físicas una para lo grande y otra para lo pequeño, me voy a permitir contarles algo personal, a los 19 años de edad, motivado por esta aguda crisis de la física, me propuse ingresar en la Universidad de la Plata en Argentina, inscribiéndome para estudiar el doctorado de física teórica. El objetivo de matricularme anotándome para hacer el doctorado de física era estudiar esta ciencia con más profundidad y así comprender mejor las discrepancias de este mundo de las dos teorías físicas. Por supuesto que esta inquietud no era solamente mía, aparecía como una amarga queja en muchos libros de destacados físicos.

Este es el motivo por el que me propuse elaborar por mi cuenta una nueva teoría que compaginara a ambas suposiciones. Yo trabajé muchos años tratando de estructurar una teoría que fuese además muy sencilla, comprensible por todos y que no atropellase a nuestra maravillosa intuición. En mi juventud, esta teoría, formó pues parte de la tesis del doctorado en física teórica que debía presentar en la Universidad de la Plata en Argentina. Tiempo después en el año 1973, escribí e hice publicar por la Editorial Universitaria en Chile los principios de la Teoría de la Permanencia. Posteriormente en el año 1998 estando residiendo en Alemania, ayudado por uno de mis nietos Marcelo, haciendo unas leves y pequeñas correcciones, hice publicar de nuevo este libro con el desarrollo de los nuevos principios de la Teoría de la Permanencia. Publiqué entonces la Teoría de la Permanencia en Internet en la página-web que se puede aún pedir como: teoriadelapermanencia.blogspot.com

A comienzos de este milenio la ciencia estaba produciendo toda una revolución tecnológica. Esta revolución tecnológica aumentaba muchísimo la productividad en los países que la desarrollaban. Los países con democracia eran los que más la disfrutaban, su efecto se podía apreciar sobre todo en las comunicaciones casi instantáneas realizadas por medio de Internet, usando por supuesto los computadores. En los periódicos, anunciadas con entusiasmo por la gente progresista, casi a diario salían noticias relacionadas con los nuevos descubrimientos en las ciencias físicas y sobre todo de la biología. En esta primera década de nuestro siglo actual, por otro lado había aún un pequeño grupo de gente que pensaba y actuaba como en plena edad media. Por ejemplo no querían ni oír hablar de los órganos clones, ni de la utilidad que prestaba la clonación en los animales. Los clones eran para los no progresistas como los nuevos símbolos satánicos. Los del partido Demócrata de los EEUU apoyaban la investigación con células madres y los del partido Republicano las rechazaban enfurecidos. Mientras fueron gobierno, hasta fines del año 2006, los republicanos trataron de impedir la investigación, esto produjo una indignación mundial. La casi totalidad de los científicos galardonados con el premio Nobel hizo peticiones al gobierno de EEUU para que levantara las retrógradas prohibiciones. Los científicos decían que se debía continuar con las investigaciones biológicas usando las maravillosas virtudes para curar muchas enfermedades, que entregaba la experimentación con células madre o Stem Cells, como ya lo hacía Europa desde mediados del año 2006.

Estimulados por la potencia de nuestros nuevos computadores, con nuestro grupo constituido por los catorce amigos positivistas, estuvimos muy activos a partir del nuevo milenio. En la búsqueda del desciframiento científico del porqué se transformaban tan ostensiblemente las propiedades físicas del carbono, pasamos muchas horas de alegría y momentos de desilusiones. Pasamos nueve años haciendo experimentos y aplicando las clásicas teorías físicas sin conseguir ningún éxito aparente, aun contando con las más nuevas y excelentes herramientas para hacer nuestras investigaciones. Teníamos una inquietud muy grande por poder explicar satisfactoriamente la diferente dureza que presentaba a veces un mismo elemento y en especial la escasa dureza del carbono cuando es la mina de los lápices y la enorme dureza que presenta el carbono como diamante.

Pero de repente sucedió algo que nos condujo a nuestra meta en un plazo relativamente corto. A consecuencia de los nuevos adelantos tecnológicos las antiguas teorías, que en su tiempo prestaron mucha utilidad, debían dejar su lugar a otras teorías afirmadas en la nueva ciencia. Lo concreto y con consecuencias positivas fue que descartamos la efectividad, para el caso de nuestra investigación, de la teoría de la relatividad de Einstein y de la mecánica ondulatoria de Luis de Broglie. Einstein, hizo esfuerzos infructuosamente para explicar el universo con conceptos alejados de nuestra sabia intuición. Luis de Broglie postuló que había un mundo diferente al mundo donde vivía el hombre y al de los astros este era el de las partículas donde por ejemplo los fotones y los electrones actuaban como corpúsculos pero se comportaban para otros efectos como ondas. Había una inexplicable dualidad en la materia de los pequeños corpúsculos, unas veces actuando como ondas y otras como corpúsculos. Pretendiendo lograr unir algunas partes de las dos principales teorías de la física: la Relatividad General de Einstein y la Teoría de los Cuanta, hasta ese momento muy divergentes, aparecieron y desaparecieron rápidamente otras teorías tan alejadas de la intuición como la misma relatividad. Como recién les aclaré yo era autor de una teoría, aún no contradictoria con ningún fenómeno originado por los nuevos adelantos de la física. Era esta una excelente oportunidad de poner a prueba, a la “Teoría de la Permanencia”. Teoría increíblemente cómoda para explicarnos el mundo que nos rodea y sin necesidad de cambiar las propiedades que conocemos intuitivamente ni de la materia ni del tiempo como tampoco del espacio infinito.

Reemprendimos nuestra investigación afirmados en nuestra sencilla teoría física muy diferente a la clásica. Por supuesto que en nuestros cálculos, nos sirvió muchísimo mejor apoyarnos en nuestra nueva teoría y así logramos deducciones muy prometedoras. Al llevar a la práctica enfrentándonos al mundo físico, estas deducciones y cálculos mediante nuestra teoría, desde los primeros experimentos resultaron ser muy exitosos, ellos fueron muy fructíferos para nuestros anhelados propósitos. Nos confiamos con mucha razón, que como sus cimientos o principios eran muy claros e incluso no contradictorios a nuestra sabia intuición, sus deducciones teóricas no podían ser incompatibles con el mundo físico. En esta nueva “Teoría de la Permanencia” no hay, en sus principios, aseveraciones cercanas a la ciencia-ficción o fantásticas como algunas afirmadas por la “Teoría de la Relatividad”. Por ejemplo la teoría de la relatividad, nos hace dudar de la simultaneidad de un suceso en el correr del tiempo. El tiempo para la relatividad, es otro tiempo no el que intuimos y conocemos desde niños, el tiempo de esta teoría de la relatividad se puede hacer más rápido o más lento o llegar teóricamente a casi parar dentro de una nave si nos movemos a gran velocidad, cercana a la que tiene la luz. Por supuesto que este tiempo de ficción de Einstein es un tiempo solamente útil para que encuadre parcialmente la física teórica del grupo de los einstenianos.

La “Teoría de la Relatividad” en uno de sus principios asevera, con una gran falta de criterio científico, una seria aberración, nos afirma: la velocidad de la luz es la velocidad límite o máxima incluso válida para todos los lugares infinitos del enorme universo. Es absurdo pensar que nosotros, precisamente nosotros que vivíamos en este rinconcito de este enorme universo infinito en extensión, habíamos descubierto una verdad límite que suena a afirmación mística o sagrada y que afirmaba que la velocidad de la luz era la velocidad máxima para todo el cosmos que apenas comenzábamos a conocer. Lo curioso era que a más de esto no se podía pensar en pasar la velocidad de la luz ya que el tiempo correría entonces en sentido contrario, según esas fórmulas de Einstein, y entonces podías no seguir envejeciendo sino comenzar a rejuvenecer, etcétera.

Con la Teoría de la Permanencia descubrimos muchos secretos relacionados con el hecho maravilloso de vivir en el Mundo-ingrávido, es decir en órbita. Dejándonos de paso para toda nuestra investigación espiritualmente muy tranquilos y confiados en que tendríamos un futuro muy prometedor para poder vivir mejor que bajo los efectos de la gravedad y esperanzas de que en pocas horas podríamos adaptarnos a este nuevo mundo ingrávido. Para la nueva teoría, el estar en órbita no solo nos hace perder totalmente el peso, sino ocupa el lugar especial parecido a la idealización del supuesto inercial de la teoría clásica. Desde otro punto de vista, el vivir en una órbita es el lugar físicamente ideal, allí todo tiende a quedar inmutable y eterno salvo que intervengan elementos extraños y lo perturben. Como esto de que todos los cuerpos, en el cosmos y en el así llamado microcosmos, tienen un movimiento en torno a un centro común no solo se aprecia y comprueba en todos los experimentos sino que es parte de nuestro natural mundo orbital, esta objetiva circunstancia, la he tomado para ser integrada como uno de los diez principios de la nueva Teoría de la Permanencia. Esta similitud, entre los así llamados dos universos del microcosmos y macrocosmos, la consideré como una excelente pista para producir algún día la unión de las dos físicas, este trabajo teórico lo comencé desde la edad de veinte años en los tiempos cundo era estudiante del doctorado en física teórica en la Universidad de la Plata de Argentina.

La nueva teoría unió efectivamente a unas partes de la Teoría Relatividad de Einstein con otras partes de la Teoría de los Cuanta de Luis de Broglie. Unió las partes más importantes de ambas teorías, en forma magistralmente sencilla, además sin sacrificar los conceptos tan claros de cómo intuimos que es el tiempo la materia y el espacio. Con razón mis amigos me dijeron que había conseguido producir el matrimonio del siglo XXI. Antes de esta unión había cosas absolutamente inexplicables como por ejemplo de que los electrones cuando no están sometidos, al núcleo de un átomo, o sea no se trasladan a su alrededor y al moverse libremente en cualquier dirección, por ejemplo sobre algún metal, generan un campo magnético y los electrones moviéndose en órbita alrededor del núcleo del átomo no generan un campo magnético. Únicamente nuestra Teoría de la Permanencia podía explicar con claridad el porqué se producía esta aparente anomalía. En uno de sus principios la Teoría de la Permanencia establece que el estado natural, donde permanece la materia eterna e indefinidamente sin producir ni sufrir alteraciones, es sencillamente cuando la materia esta en su órbita. Por ejemplo los electrones apenas entran en órbita alrededor de un núcleo no tienen porqué generar un campo magnético ¡Moviéndose en una órbita alrededor del núcleo del átomo, en esta situación los electrones precisamente están en su estado natural y por principio no se puede esperar ningún efecto relacionado con el movimiento de ellos! De los diferentes elementos no radiactivos, se ha probado la enorme estabilidad casi infinita en el tiempo tanto del átomo como de su núcleo y sus medidas en cuanto al tiempo que durará su estabilidad son casi de un tiempo tendiendo al infinito.

En la Teoría de la Permanencia, con justificada razón se ha tomado como uno de sus principios el hecho de que los electrones, al igual que los planetas, permanezcan indefinidamente allí, en su órbita, sin producir campos ni perturbación de ningún tipo. La frecuencia o el número de veces por segundo con que da vueltas cada electrón alrededor del núcleo del átomo es un número gigantesco y si pensamos que la vida media de un átomo no radiactivo se mide en miles de millones de años entonces ¡El número de vueltas que da un electrón durante su vida es un número realmente infinito! No quiero marearlos con este gigantesco número pero si decirles de nuevo que la Teoría de la Permanencia afirma en uno de sus postulados precisamente esto. En su órbita toda la materia permanece allí sin perturbación a lo menos que intervengan factores extraños.

También esta nueva teoría podía además explicar porqué cambiaban las propiedades entre las que llamaba la atención del carbono que se endurecía de una manera diferente y este comportamiento no era solo del carbono, según nuestra teoría, sino de toda la materia. Entonces nos dispusimos y pudimos construir una máquina que bautizamos como “Transformadora de las propiedades físicas de los elementos” que luego fue muy conocida por su forma escrita abreviadamente como Transformadora-pfe. Esta máquina maravillosa tiene en su interior rayos láseres de femtosegundos como impulsores, o pulsos de luz, y mediante la cámara de Zewail forzamos a los átomos a ir en la dirección que el computador desea. Tiene, nuestra Transformadora-pfe, una combinación de rayos láser para producir movimientos moleculares o sea grandes temperaturas y a más de esto algo muy contundente cambio de velocidad de los electrones orbitales y la reducción y control proporcional de sus radios orbitales. La especie de polarización electrónica se logra con poderosos campos magnéticos e impulsos de láseres que producen además las presiones directamente a los electrones para que giren más cerca del núcleo del átomo y a mayor velocidad, etcétera. Por supuesto todo este complejo mecanismo es controlado y dirigido por un computador usando un gigantesco y delicado software. Con esto este ingenio posee propiedades de robot ya que puede producir un delicado y variable mecanismo de movimiento interno de enfoque de los rayos láser y piensa como hacerlo en forma óptima para cambiar de órbita a cada electrón.

En resumen, en nuestra máquina, todo esta electrónicamente controlable y nuestra intervención posterior es solo cuidar para evitar algún imprevisto accidente de esta maravillosa máquina robot. Como ya les dije, y perdón por repetir intencionadamente algunas cosas que me parecen importantes, todos los mecanismos estaban dirigidos por un computador que es el cerebro del robot. Este cerebro lleva un programa que comprende parte del gran secreto de como enfocar moviendo adecuadamente la diversidad de rayos láser que posee y dispararlos en el preciso momento. La cosa de fondo es hacer moverse primero a los electrones, de cada átomo, a más velocidad y además más cerca del núcleo atómico y luego estos átomos reducidos en su volumen pasan automáticamente a formar moléculas de menor tamaño, y con otras excelentes propiedades. Para esto último el programa del computador de control hace actuar otro tipo, de longitud de onda, de láser para hacer acercarse las moléculas entre sí de acuerdo todo a la programación dada. Uno de los objetivos conseguidos fue producir algunas delgadísimas superficies planas del material abordado teóricamente, tan duras o también tan transparentes como lo deseábamos. Con la escasa potencia eléctrica que disponíamos, si se quería tener una superficie de un elemento solamente un par de veces más dura se necesitaba generalmente aplicar los haces de radiación láser a lo menos durante unos tres días y el proceso completo duraba semanas. Además la aplicación durante estos tres o más días de la “Transformadora de las propiedades físicas de los elementos” o Transformadora-pfe, originaba un enorme gasto de energía.

Dependía esto por supuesto de la naturaleza de la superficie del material del cuerpo a endurecer. El haz de rayos láser de la Transformadora-pfe fue finalmente posible dirigirlo como un potente y penetrante haz de luz de una linterna sobre la superficie que queríamos endurecer.

El gasto de energía para hacer que los electrones se acerquen al núcleo de cada átomo era muy grande. En resumen como lo afirmaba también la teoría, para el endurecimiento el gasto de energía era brutal. Teníamos que invertir energía moviendo los electrones de cada átomo a un lugar más cercano a su núcleo, en la práctica si se frena el movimiento de un electrón este se acerca al núcleo y adquiere mayor velocidad orbital. Como el número de átomos de cualquier delgada superficie es fantástico entonces hay un gasto de energía grande en este proceso. Aparentemente no compensaba económicamente hacer este esfuerzo. Teóricamente parecía que esto no era rentable en absoluto. Para endurecer láminas delgadísimas o capas superficiales finísimas sobre la parte exterior de un trozo de materia se ocupaba la máquina durante mucho tiempo, con gastos de energía muy elevados, que hacían del material endurecido un material más caro que el oro y los propios diamantes. Esto hacía pensar que nuestra idea de endurecer materiales para desplazar a los de uso conocido era solo una ilusión. De todas maneras habíamos conseguido parte de nuestro objetivo y que tenía a lo menos una importancia física muy relevante. El proceso era carísimo pero podíamos cambiar las propiedades físicas de un mismo elemento. De ahora en adelante se debía decir, en sus condiciones “naturales” el elemento aluminio o el oro o el platino etcétera, tiene las propiedades siguientes: punto de fusión xxx grados Celsius, punto de ebullición yyy grados Celsius, maleable, etcétera. Ahora podíamos construir un elemento, a la carta, o sea con propiedades preestablecidas y esto del punto de vista de la física pura era fantástico aun cuando era carísimo hacerlo. Como éramos muy optimistas y este era un gran descubrimiento de las ciencias físicas, hicimos fiesta y brindamos con mucho entusiasmo y emoción por el éxito conseguido.

Unos dicen el dinero es el que nos hace feliz, otros piensan que no es el dinero sino el hecho que uno logre conseguir un objetivo ventajoso para toda la sociedad o sea tener el honor o la gloria de haberlo conseguido, esto nos produce la felicidad completa. Esta gloria, sobre todo cuando es lograda entre varios después de muchos esfuerzos, es la que produce un efecto psicológico que nos hace sentirnos llenos de felicidad. El hecho de llegar a servir a nuestros semejantes es el mayor de los honores ya que involucra desprendernos de una parte de nuestro valioso tiempo dejándolo para los demás. Seguramente de que separados ni el dinero ni la gloria nos sirven para ser feliz. Tener dinero es en la mayoría de los casos tener un tiempo de trabajo ahorrado para cualquier emergencia. Esto de tener un ahorro es una satisfacción que ayuda a ser feliz. Pero a lo mejor ambas cosas juntas son las óptimas para tener una felicidad duradera. Además estábamos convencidos que la gloria solamente de carácter individual a nosotros no nos sirve para ser completamente felices. Si la gloria está extendida para un grupo donde nosotros participamos entonces estamos felices por un largo tiempo. El convertirse en una estrella o dejar al descubierto que se sobresale en algo sobre los demás, entorpece la libertad para el sagrado disfrute privado de la vida de las personas. Se vive muy feliz haciendo cosas para que sirvan y ayuden a otras personas a no tener problemas, pero sin esperar la vana compensación de un agradecimiento directo. Si hay alguna forma de poder medir cuanto valemos creo que una de las formas de hacerlo es observando y midiendo, que hacemos por los demás. Tenemos mayor mérito en la medida que nos desprendemos de nosotros mismos en beneficio de los otros seres humanos. En nuestro grupo, por esta razón, al momento de descubrir algo importante, todos nosotros ocultábamos nuestra identidad personal que solo conocía internamente nuestra organización y a veces solo el computador.

Siguiendo con la idea de contarles lo más medular de cómo logramos finalmente comenzar a realizar nuestro objetivo principal, de crear las condiciones para salir a vivir al lugar cósmico prometido y tantas veces ensalzado, resumiré a continuación algunos de estos hitos tan conmovedores y emocionantes.

Después de nuestro exitoso primer experimento, de buscar como cambiar por un procedimiento físico las propiedades de un mismo elemento, nos dedicamos a proyectar como obtener la “Energía ilimitada y aproximadamente gratis”. Pasado algunos días de mucha meditación en todos nosotros, surgió el proyecto para llevar a cabo el segundo gran experimento en busca de la anhelada energía gratis. Todos los catorce integrantes de nuestro grupo comenzamos a pensar profundamente sobre este grave inconveniente de la rentabilidad nula que tenía el primer experimento. La excelente idea de cómo salir del gran inconveniente de hacer rentable nuestro proyecto, surgió de uno de los integrantes de nuestro grupo, él era de los más optimistas y sabíamos que meditaba profundamente. Y así llegó finalmente el pensamiento salvador, el chispazo que nos esperanzó mucho porque la brillante idea era muy clara y comprendía solo los siguientes e interesantes pasos a seguir: primero, repetir el experimento anterior haciendo un material super denso y endurecido, aunque resulte este material en primera instancia aparentemente muy caro esto del elevado costo no debe ser ninguna preocupación para nosotros, en este nuevo proyecto el precio costo no es lo principal o sea no es relevante; segundo, lo importante está en las características revolucionarias que tiene el hecho de que las propiedades que adquieren las superficies de las paredes que logramos engendrar tienen sus átomos y moléculas muy juntos y estas paredes gozan de nuevas propiedades de reflexión y elevado punto de fusión y además pasan a ser muy endurecidas, las podemos llegar a construir con nuestra nueva máquina a tal extremo que reflejen las radiaciones finas y otros componentes del núcleo atómico como son los neutrones. Esto último produce el efecto que no juegue aquí ningún rol el carísimo costo de este nuevo material. Si los neutrones no salen de un recinto que contenga uranio 235 lo terminan fisionando totalmente. Lo terminan desintegrando y esto es el quid de la energía atómica, pero ahora controlable por nosotros si podemos hacer fisionar el uranio en las pequeñas cantidades y tan pequeñas como lo que nosotros deseemos, por supuesto en cantidades incluso millones de veces inferior a aquella usada para producir una explosión atómica. Entonces obtendríamos un éxito rotundo con esta idea, la masa crítica de alrededor de un kilogramo del uranio 235 ya no existiría, se podría reducir esta masa crítica a millonésimas de gramo. Para esto se debe colocar al uranio en un recinto cerrado construido con un material de estos que somos capaces de producir o sea sintéticamente manipulado y endurecido. Por lo demás con el control de la energía de fisión del Uranio se conseguirían, en este mismo recinto, los millones de grados que se necesitan para fusionar el hidrógeno. Entonces se podría, en este mismo horno de fisión o desintegrador nuclear del uranio, inyectar hidrógeno en sus isótopos deuterio y tritio y obtener ahora la fusión del hidrógeno produciendo helio y además la abundante energía barata y limpia de radiactividad. Al hacer el primer experimento, lo sumamente caro que resultaba el cambiar las propiedades de la materia resultando con mayor reflexión y endurecimiento no era por lo tanto, ningún problema si usábamos este nuevo material para fabricar un motor que pueda dar energía casi gratis. En nuestra propia planta de endurecimiento, además con la energía gratis podemos aumentar en la Transformadora de las propiedades físicas de los elementos, a miles de veces la potencia de los rayos láseres que utiliza y aumentamos también los campos magnéticos y todas las otras condiciones en grandes proporciones. El endurecimiento tendrá que producirse miles de veces más rápido y a más profundidad o sea no solo en la capa superficial de la materia tratada.

Dada estas circunstancias entonces tuvimos que empeñarnos en hacer en primer lugar la máquina que nos diera energía suficiente y económica para llegar a este objetivo de hacer el endurecimiento del material enormemente más rápido. Era necesario hacer el proyecto del endurecimiento no solo más rápido sino mucho más profundo en las capas superficiales y sobre todo debía ser rentable. Necesitábamos este nuevo material en enormes cantidades para usarlo tanto en la Tierra como en el proyecto para el Cosmos-geoestacionario.

En esta forma tan clara y elocuente nos expuso nuestro integrante del grupo esta magistral idea. Nuestros clamorosos aplausos indicaron que el segundo proyecto de buscar la obtención de la “Energía ilimitada y aproximadamente gratis”, se daba por aprobado por unanimidad. Luego el conferenciante nos pidió mantenerse en el anonimato como era la costumbre en nuestro grupo.

Discutimos los pro y los contra y encontramos que la forma de desarrollar esta idea era excelente, nos dedicamos de inmediato a llevar adelante esta nueva tarea sin parar un solo instante.

Por supuesto que ya les contaré como finalmente llegamos a tener un gran éxito, ayudados por supuesto con estos luminosos pensamientos.

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