sábado, 2 de enero de 2010

2.6 Destrucción de todas las armas nucleares y el uso de la limpia e inagotable energía de fusión atómica.

2.6 Destrucción de todas las armas nucleares y el uso de la limpia e inagotable energía de fusión atómica.

Desde los años 70 del siglo pasado y sobre todo a comienzos de este milenio hubo gran movilización, de la gente progresista en el mundo entero, con respecto al deseo de la destrucción de todas las armas nucleares. Los acuerdos internacionales con este propósito se fueron lentamente haciendo realidad. Afortunadamente se han desmantelado las decenas de miles de bombas que había en los arsenales atómicos. Hoy ya no hay una sola bomba atómica en toda la Tierra, ni en el cosmos. Los enormes o mejor dicho kilométricos museos actuales contienen de todo lo que el hombre ha hecho, desde las primeras herramientas para hacer el fuego pasando por la primera rueda encontrada en Suiza 5200 años A. de C. y terminando con las enormes naves de hoy día, capaces de llevar, mediante la energía nuclear, a cientos de pasajeros en pocas horas a los otros planetas del Sistema Solar. Debo decirles algo curioso, que por ética, ningún director de los actuales museos autoriza a colocar en su establecimiento ni siquiera una muestra del cascarón de las fatídicas bombas de fisión del uranio 235, ni tampoco del modelo de las bombas de fusión de los isótopos del hidrógeno, que se conocieron como las siniestras bombas H.

La energía entregada al fusionar los isótopos del hidrógeno había sido observada en el Sol. Los físicos soñaban y deseaban ardientemente obtener esta energía libre de radiación, inagotable y casi gratis para librar a la gente pobre de toda la humanidad del hambre y de los intensos fríos sufridos en el invierno. Pero desgraciadamente no fueron los científicos los que gobernaban en aquel tiempo y esta energía se envasijó en depósitos llamados bombas H con las que se tuvo a toda la humanidad al borde del cataclismo. A pesar de su fatídico pasado, las bombas H nos mostraron que se podía llegar a usar algún día esta colosal energía no para destruir, sino para beneficiar a la humanidad. La energía obtenida mediante la fusión atómica controlada del hidrógeno es una energía libre de radiactividad, la energía se obtiene como residuo al fusionar los isótopos del hidrógeno, deuterio y tritio, convirtiéndolos en el gas noble helio. Usando muy pocos gramos de material, en el proceso de fusionar el hidrógeno y formar helio, se desprende extra una impresionante cantidad de energía. Además y muy importante es el hecho de que el subproducto derivado de esta fusión es la formación del elemento helio que es un gas noble el cual no conlleva radiactividad. Entonces por ser limpio el desprendimiento de energía, durante el proceso de fusión del hidrógeno, este hecho constituyó otro de los más grandes y maravillosos regalos a la humanidad, obsequiado en muy buen momento por los sabios investigadores del mundo físico.

Haciendo un poco de historia, al respecto, debo decirles que los científicos de todo el mundo soñaban con repetir en los laboratorios el proceso de fusión del hidrógeno observado desde hacía ya mucho tiempo en el Sol. Estábamos ansiosos de tener en nuestras manos el fantástico regalo del desprendimiento a raudales de energía limpia, gratuita e ilimitada, producido en este increíble proceso que más pareciera ciencia-ficción. Lo repetimos aunque ya lo dijimos hace poco, este proceso de fusión de dos átomos del hidrógeno produce un átomo de helio, pero en el proceso una parte de la masa de los átomos del hidrógeno se transforma en un subproducto que es una gran cantidad de energía limpia de radiactividad. Hacer esto no es muy simple, ya que todos los países desarrollados del mundo experimentaban incesantemente al respecto, década tras década se creía haber llegado a la meta soñada. Se experimentaba incansablemente para obtener esta energía limpia e ilimitada pero desgraciadamente sin poder conseguir el éxito propuesto. En esta dirección en el año 1997, un equipo de científicos británicos, ayudados por la experiencia y por algunos sabios de otros países, consiguió en parte este anhelado objetivo de obtener energía de los isótopos del hidrógeno. Esta hazaña fue todo un éxito, ya que se consiguió la maravillosa fusión observada en el Sol. Entonces en ese año se hizo en la Tierra, en un laboratorio controlado por el hombre, lo que se estaba realizando en forma continuada por milenios en el interior del Sol. En este grandioso experimento de los británicos se obtuvieron solamente 16 Mw de potencia energética, que por su escasa cantidad y la gran inversión no resultaba rentable en ese momento. Según el proyecto echado a caminar en el año 2004, para que sea rentable la obtención de energía para un país se necesitaba tener una enorme instalación que incluía un horno con 100 millones de grados Celsius y debía tener una producción de a lo menos 500 Mw de potencia y una inversión de a lo menos 45 000 millones de dólares. Su materia prima debía consistir en solo fusionar los isótopos del hidrógeno, deuterio y tritio. Como el objetivo de poder hacer rentable esta energía ilimitada era tan maravilloso, se unieron países que en ese momento discrepaban ideológicamente en sus políticas. En estas condiciones futuristas se comenzó a realizar el proyecto de formar un Reactor Experimental Termonuclear Internacional RETI conocido también en su abreviación inglesa como ITER. Para este propósito se unieron a comienzos de este siglo la Unión Europea, China, India, Rusia, Japón, Corea del Sur y los EE UU. Este primer proyecto energético que unía de varias naciones tubo un costo inicial de 10300 millones de euros, comenzó en el año 2006 y se proponía llegar a la producción comercial el año 2036. El 28 de junio de 2005 se logró la unidad de criterios para dejar instalado el ITER en Europa, en la ciudad francesa de Cadarache. Partió el sueño de la fusión nuclear el 20 de noviembre del 2006 al firmarse solemnemente todos los detalles del grandioso acuerdo.

Con este proyecto se apuntaban los países UE y los otros seis socios a tener esta energía rentable, inagotable y limpia del futuro en alrededor de unos 30 años de dura investigación colectiva participando prácticamente los investigadores de toda la humanidad.

Al finalizar la primera década de este siglo, entre otras interesantes cosas, nosotros los catorce visionarios viajantes hacia el prometedor futuro, conseguimos fabricar el anhelado Reactor Termonuclear y además otras máquinas trascendentales. Desde el año 2019 esta energía termonuclear casi gratuita, la transformamos en energía eléctrica, y la comenzamos a emplear a raudales primero en nuestras secretas instalaciones mineras para obtener oro. Explotamos minas que no eran rentables usando las otras formas de energía. Usando esta energía del átomo separamos con mucha facilidad el oro de las arenas de algunos ríos, formando nuestro copioso e importante primer capital. Décadas después esta inagotable energía sirvió, como energía lumínica de reacción, para llevar cómodamente a los miles de millones de habitantes que han decidido voluntariamente establecer su domicilio fuera de la Tierra. La inagotable energía nuclear sirvió además para traernos a nuestra órbita geoestacionaria los materiales y pertrechos desde la superficie de la Tierra, de la Luna y de algunos asteroides. Sin la nueva energía de fusión atómica todo este maravilloso nuevo mundo, instalado ahora en las órbitas cósmicas, no habría sido posible realizarlo históricamente en tan corto tiempo.

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