sábado, 2 de enero de 2010

2.4 La negra y espantosa historia de los colonizadores

2.4 La negra y espantosa historia de los colonizadores

A continuación les contaré algo que pertenece a una parte de la aterradora historia de los colonizadores, la conocí directamente por el contacto que tuve con muchos indígenas mapuches de la parte sur de Chile y que es casi idéntica a la sufrida y sobrellevada por los otros indígenas de Latinoamérica. Los pueblos latinoamericanos se liberaron de ser colonias de los españoles, pero la barbaridad cometida por los conquistadores españoles con los antepasados de los actuales descendientes de los indígenas seguía cometiéndose, cientos de años después, con la mayor parte de todos sus descendientes. La tragedia del pueblo mapuche, del sur de Chile, desgraciadamente no terminó con la derrota de los colonizadores españoles por los criollos chilenos, después continuó practicándose un doloroso e inmerecido castigo a los aborígenes por una poderosa clase social chilena y se extendió lamentablemente por más de las tres primeras décadas de nuestro nuevo milenio.

Los niños nacidos de padres indígenas, pasaban a ser, en la práctica, esclavos de los poseedores de grandes extensiones de tierra, o latifundistas. En el latifundio nacían y allí vivían en extrema pobreza y ellos morían enterrados en un modesto ataúd, urna de cuatro rústicas tablas que generalmente fabricaban apresuradamente sus amigos o sus vecinos. Cuando algunos jóvenes mapuches lograban escaparse del feudo a las grandes ciudades, los comerciantes, o los dueños de hoteles los usaban como mozos para el aseo y además para todos los otros trabajos considerados de bajo nivel y por supuesto pagados solamente con la comida. La mayor parte de estos jóvenes mapuches debían normalmente trabajar a la negra, o sea, sin seguro de enfermedad solo como pago por la comida y los que tenían más suerte con un exiguo sueldo. Las mujeres con apellidos mapuches, en el 99%, eran sirvientas o empleadas domésticas en las casas de la gente de clase media, o en las mansiones de la gente adinerada. Les tenían una pieza anexa en casuchas separadas donde vivían junto a los animales domésticos. Las solían llamar empleadas domésticas tenían un sueldo miserable que solo les permitía comprar su ropa y pertenecían a sus amos enteramente, de cuerpo y alma. Los mapuches eran tratados como un pueblo derrotado y no tenían acceso a muchas de las cosas que eran normales para los otros habitantes chilenos. No les era permitido vender sus tierras y tenían una justicia separada, etcétera. Este tipo de injusticias se vino a terminar afortunadamente a partir del 2032, año en el que todos los niños chilenos sin recursos, y entre ellos los niños mapuches, recibieron una beca de la organización internacional “Científicos-defensores-de-la-paz”. La beca consistió en que estos jóvenes tuvieron derecho a recibir una educación no solo gratuita, sino que podían además vivir en el colegio, es decir, permanecer internos en el mismo colegio donde estudiaban, además la beca incluía dinero para comprarse ropa y además para los gastos de fin de semana. La beca continuaba hasta conseguir dar término a todos sus estudios incluidos los de la universidad para profesionalizarse, tenían después además la libertad de elegir donde trabajar, se beneficiaban de tener un trabajo asegurado en las empresas de la organización internacional Científicos-defensores-de-la-paz.

En los últimos siglos la historia de la pólvora, fue muy elocuente en cuanto a indicarnos como el sano objetivo científico de un descubrimiento, puede trastrocarse y usarse en otro sentido diametralmente opuesto. Uno de los objetivos fundamentales de la pólvora era usarla con el propósito de destruir las rocas que en algunos lugares impedían extender los caminos. Personas ajenas e ignorantes del sano significado de los descubrimientos científicos, incrustadas en las esferas gubernamentales de Europa, tergiversaron este y otros sanos objetivos científicos. La poderosa pólvora fue usada por muchos de los países europeos para dominar otros pueblos y extender sus colonias por todo el mundo. En Europa eran conocidas desde hacia varios siglos las virtudes de la pólvora negra que usaban los chinos desde el siglo XII. En los países europeos se conoció el secreto para fabricar la pólvora y se investigó como mejorarla. Algunos gobiernos europeos se hicieron de mucho poder, robando a los investigadores los adelantos científicos y descubrimientos relacionados con los secretos de nuevas formas de hacer otros tipos de pólvora. La mayor parte de estos regímenes se dedicaron a hacer un mal uso de la pólvora, construyeron paralelamente a la obtención de la pólvora grandes fábricas de armas de fuego. Con estas armas de fuego lograron dominar a casi todo el mundo, se repartieron entre los estados europeos el planeta por continentes. Los españoles entraron a sangre y fuego a Sudamérica y México y los ingleses de esta misma forma sanguinaria a la otra parte americana o sea a Norteamérica. Los europeos llevaron también “la civilización por medio de la pólvora” a África, Asia, Oceanía y en el continente de Australia los ingleses dejaron vivos solo a los canguros. Dicen los historiadores que estos nuevos invasores fueron más sanguinarios que los bárbaros, que al hacer caer el Imperio Romano mataron no solo a los militares enemigos, sino que a millones de personas indefensas en Europa. Los nuevos bárbaros y genocidas de la época de la pólvora, se lucían haciendo con estos explosivos armas de destrucción, y cañones cada vez más grandes con los que masacraban sin piedad a los indefensos habitantes indígenas del nuevo mundo americano y de los otros continentes. La mayor parte de los indígenas, guiados por sus prejuicios e ignorancia, creían que este era algún tipo de castigo enviado por los dioses. Con la pólvora se hacían ruidos tan atroces que solamente eran igualables a aquellos que conocían los aborígenes y que se producían un poco antes de que surgiera una tormenta. Estos ruidosos truenos atronadores y aterradores los producían intencionadamente los conquistadores españoles para aterrorizar. Los asustados indígenas los veían llegar a sus territorios como si fueran seres de otros mundos.

Casi todo el sur de Chile estaba cubierto con bosques o selvas impenetrables de araucarias cuyos abundantes frutos se los conoce con el nombre de piñones. Estos árboles milenarios que alcanzan más de sesenta metros de altura procedían de la época de los dinosaurios o sea alrededor de cien millones de años. Los piñones son un exquisito alimento para el hombre, los mapuches los podían conservar en fosas durante todo el año en el fondo del agua corriente de los ríos. Por ser estos frutos más densos que el agua se mantenían siempre en las pozas del fondo del río. ¡Este primer refrigerador del ser humano partió ya hace más de mil años! En esa región del sur de Chile había mucha lluvia durante casi todo el invierno, este exceso de lluvia no permitía el normal cultivo de la tierra. Felizmente la naturaleza entregaba el maná a los araucanos mediante el fruto de sus araucarias. El poder alimenticio de los piñones jugó un papel muy importante para la defensa de las tierras de los araucanos. Con este alimento tenían una energía incomparable que les permitía defenderse con gran firmeza. Solo por estas condiciones que favorecían a los indígenas araucanos, se produjo una gran resistencia a la invasión de los españoles que duró cuatrocientos años. Fueron los heroicos nativos del sur de Chile los que hicieron esta gran hazaña, que no ha tenido parangón en toda la historia de los invasores y gracias a esta resistencia hoy ellos conservan su idioma y son aún más de trescientos mil.

En aquellos tiempos, de la fiebre por las colonias mediante la pólvora, los conquistadores tenían una moral increíblemente desastrosa. El crimen era crimen si alguien mataba a un conquistador o algún miembro de la familia de ellos, el concepto de crimen no existía si se asesinaba a un aborigen o incluso a toda su familia.

Los europeos salieron a conquistar la otra parte del mundo que estaba en la edad de piedra con sus armas de acero y pólvora. Aparecían como llegando de otros mundos. Estos decían que traían la nueva civilización europea a los lugares que llegaban, la verdad era muy otra ya que en muchos sentidos la mayor parte de los indígenas tenían sentimientos humanitarios mucho más avanzados. Además en los gobiernos europeos, había en esos tiempos mucha corrupción, tenían en el interior de su régimen a fanáticos buscadores de oro y de riquezas, asesinaban sin contemplación dándole, a los grupos de gángsteres que llevaban, en sus conquistas jugosos dineros por cada cabeza de los indígenas.

Haciendo uso de las recientes innovaciones dándole mayor potencia a las pólvoras, fabricaron nuevas armas, fusiles y cañones a pólvora, y con ellas cometieron espantosos genocidios. Asesinaron con estas nuevas armas a los indefensos nativos por cientos de miles. En casi todo el mundo, usufructuaron durante muchos años de sus abundantes riquezas naturales como ser: diamantes, oro, plata, etcétera. Se apoderaron incluso de otros recursos naturales que servían a algunos pueblos como su fuente de alimentación vital: bananas, cocos, cacao, etcétera. Para completar su enorme barbarie tomaron en el Continente Africano como esclavos a sus habitantes y los vendían como una vulgar mercadería. El color de la piel les servía a estos bárbaros para perseguirlos cuando ellos buscaban su libertad en la comunidad de los blancos. Estos inescrupulosos procedimientos les originó a los países occidentales, dedicados a estas prácticas delictivas, abundantes recursos económicos, con los que montaron en Europa una infraestructura muy poderosa. Fue una época muy vergonzante para los países que permitieron a estas mafias comerciar vendiendo esclavos.

Los regímenes que más se distinguieron en la época colonial como genocidas y masacradores fueron, entre otros, los gobiernos de Inglaterra, España y el de Portugal.

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